martes, 26 de junio de 2007

Palabra de sombra

Le vi pasar. No a él, sino a su sombra. ¿Y no da lo mismo acaso? Estuvo ahí. De partió y sonrió, intentó amar quizás, tanto como una sombra puede hacerlo. Y yo, con toda parsimonia y sin reproches, le dije: "Te vi, estabas bien, eras feliz, pude sentirlo. Con tanta fuerza como se puede percibir a partir de la contemplación de una sombra". - "No pudo ser -respondió-. Yo viajé muy lejos, más allá del lugar donde creíste hallarme. Y a mi sombra no la dejé suelta. Conmigo la llevé, bien atada a mis plantas. Es imposible. Pero me alegra que otras efigies te hagan recordarme".
No dudé, ni de su palabra ni de mis sentidos. Cierto es que dadas las circunstancias no pude haberle visto, y cierto también es que le vi. ¿Y en quién he de confiar ahora? ¿En el ser que comprendo y palpo y cuya palabra jamás me ha desairado? ¿O en la imagen fantástica de una sombra errante que, pese a no engañar, mucho se opone al hombre vivo? Confío en los dos. Es a mí a quien temo.


* Nota: Como una forma de respeto al público, este blog no tiene risas grabadas y a partir de ahora intenta responder puntualmente a los comentarios que sus amables lectores tengan a bien dejar.

jueves, 14 de junio de 2007

La encrucijada del filósofo maniaco-depresivo

O "De como aún no supero la depresión post-tesis"


jueves, 7 de junio de 2007

Elucidación

Si la ausencia es necesaria condición para reconocer la necesidad de lo presente; comprendo entonces por qué a la base de nuestra seria coexistencia está nuestra constante lejanía.