No necesita ostentar títulos ni darme alguno. No hay estatuto para la vida compartida.
No quiere que sea suya, ni por promesas ni por firmas; sólo espera que algún día sea totalmente yo.
No recuerda mi cumpleaños, ni sabe de aniversarios. Pero conserva los colores, las voces, el temor, emocionado y ansioso del primer encuentro.
No habla de un futuro juntos, sino de un presente en el que a veces coincidimos. Y aunque en la realidad no exista un para siempre, hay una huella profunda e imborrable en la memoria.
domingo, 26 de octubre de 2008
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2 comentarios:
Aquello me recuerda a la canción de Serrat de "La mujer que yo quiero no necesita bañarse cada noche en agua bendita" je.
Oiga, ya se le extrañaba muchísimo. Que bueno que ya escribió.
Oiga: y usted tampoco le de títulos... es decir, búsquese alguien que sí se los de, que le ofrezca futuros y (ya el instinto se lo pedirá) hijos...
La esponja feminista.
Esponjita: Gracias, yo también extrañaba escribir, aunque fuesen cursilerías, pero en vez de ello me dediqué a corregir los textos de otros, ya sabe, para sobrellevar la recesión unas cuantas semanas.
Y qué le digo, yo encuentro más bien grato y halagador el que no me prometan el futuro, con garantías me resultaría difícil imaginar. (Sospecho que mi yo feminista languideció en la escuela de niñas y el yo solitario se desarrolló en exceso.)
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