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lunes, 2 de marzo de 2009

Bienvenida


Debe ser el lunes, que trae toda la soledad consigo. O el clima de principios de marzo, tan propio para los dolores de cabeza y la melancolía.

Será el aburrimiento que cuenta lo
s pasos a todo lo nuevo. Quizá el exceso de gente y la falta de humanidad. El mar de labores y la sequía de obras. Tal vez la luna en creciente y la lentitud con la que se envejece .



O se deberá, sencillamente, a que a veces lo próximo parece tan ajeno y nos mueve a partir en busca de lo propio. Pero al final nos rompe el espejismo y quedamos atrapados en pozos de luz.


En virtud de todo ello, a causa de nada. Esta noche, tristeza, te recibo.

lunes, 16 de febrero de 2009

De los malvados y los accidentes de tránsito


"Los misántropos miserables deberíamos morir en accidentes de autobús", algo parecido afirma Dr. House en el último capítulo de la cuarta temporada. Y sin embargo sobrevivimos, mientras que a los buenos se les concede el derecho de partir.

Desde que arreglan la carpeta asfáltica en la diagonal de Patriotismo he estado al límite de fenomenales accidentes, que no han ocurrido por noble pericia ajena o bien por suerte. A causa de cruzar descuidadamente en los altos que ahora parecen opcionales, por los agujeros que se me vuelven invisibles o por mis estúpidas carreras en medio de los dinosaurios excavadores. ¿Acaso me salvaría de un acuatizaje aunque jamás he conseguido flotar?

Ello me ha puesto a pensar; me ha hecho volver a las páginas de olvidadas creencias. Si la vida depara lecciones que algunos tardamos en aprender. Si soy parte del plan exterminista del creador. Si mi mejor amigo imaginario está por volver de su imaginaria tumba para presentarme a tres fantasmas.

¿Por qué los misántropos, melancólicos malvados y agotados hasta lo infinito no morimos en accidentes de autobús o a la mitad de la diagonal de Patriotismo? Tal vez porque sería demasiado sencillo, porque nos gusta creer en un precio y en la posibilidad de pagar o por simple azar, al que no podemos dejar sin sentido.

Sí, me gusta creer que la redención existe, no para soñar con el perdón y el paraíso, sino con el día en que el portador del mal se consuma, tras saltar con él a la hoguera.

Imagen: http://www.flickr.com/photos/ramonechavarria/

Update: As you may share the feeling...




martes, 3 de febrero de 2009

De quien no podía reconstruir un mundo


Una noche decidí postergar las obligaciones de la filosofía y los placeres del sueño para leer un roman que trataba de un león y su caballero... o al contrario. Entonces vislumbré una tenue y hermosa posibilidad, de salvación y crecimiento. Acaso los caminos maltrechos del ser tuvieran como único fin el conducirme a ese páramo, donde se debatían las formas del bien y el mal.

Lo que no descubrí, empero, fue la forma de responder a ese llamado del destino. ¿Debía iniciarme en el estudio de lenguas antiguas para sumergirme en manuscritos de hace más de ocho siglos? ¿Escribir cuantiosas páginas que formaran tesis, elegantes receptáculos de polvo, para exaltar la moral de los héroes? ¿Enloquecer cual Quijote; convertirme en eco de un mundo desaparecido?

Y me preguto si cualquiera de tales quehaceres tendría un sentido. ¿Para qué enaltecer lo que ya es magnánimo? Como envolver en un odioso marco de oro al más bello de los lienzos. Por otra parte, contemplar sería mezquina honra para los versos que cantan las más bellas acciones.

Es todo ficción, ¿puede ella dar sentido a una vida no ficticia? ¿Cómo hacer piedra angular de la existencia a lo que sólo se creó para el deleite? A menos que se asuma a la vida como gozo y ello está muy lejos de probarse.

Sin embargo aún intento pensar que reconstruir mundos tiene sentido, aunque mejor sería decir convocar, pues ellos ya existen en toda su belleza y acaso únicamente falte abrir los caminos que nos lleven a arrobarnos.



martes, 20 de enero de 2009

El porqué de la ausencia

No he muerto aún, sólo desaparezco. Entre libros, sueños, ensayos, traducciones, amor, lecciones de árabe, tesis, romans artúricos, rectificación de caminos, corrección de estilo, publicidad interactiva, clases, enfermedades, planes, brujería, exámenes, ilusiones, música, frío, colores, nostalgia, viento y atardeceres.
Sin embargo es difícil perderse por completo. Y más sencillo es reencontrarse con palabras.

viernes, 21 de noviembre de 2008

Últimamente

He caminado mucho; leo y escribo poco. He perdido mi habitual insomnio; sueño demasiado. He comido hamburguesas y papas fritas; la ropa me queda más holgada. Me tiemblan más las manos; tengo menos miedo. No he bebido ni fumando; a veces me siento inexplicablemente feliz. Cometo faltas de ortografía; pienso con más claridad. No he visto a mis amigos; su influencia está en mucho de lo que hago. Paso largos ratos imaginando el día de mi muerte; dicen los médicos que tengo buena salud.

Últimamente no tengo motivos reales ni directos para entristecer; imagino más de los que puede sentir una vida.

martes, 11 de noviembre de 2008

Un mundo posible



Mas no diré otra cosa hasta que pueda tomar a la realidad por el pescuezo (o "más vale boleto en mano que sueños volando"). No obstante, deposito el proyecto en este baúl de la insensatez para poder dormir en paz.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Pensamientos crepusculares

There are too many of us,
so you can't count

Thom Yorke, Harradown Hill

El día de hoy se publica en Dead Air Space un breve post que celebra el cumpleaños de un miebro de la banda (Jonny Greenwood), así como "el amanecer de una nueva era política en los Estados Unidos." (Pueden registrarse para escuchar el remix conmemorativo de Thom Yorke, aunque personalmente me gusta más la versión de "Harradown Hill" en The Eraser.)

No es que fuera la única manifestación de alegría, interés o alivio por la victoria demócrata, pero me recordó de manera vehemente cómo ayer parecía que algo bueno iba a pasarnos; también aquí, también a nosotros.

En Twitter había reportes del estatus de la votación cada hora o menos, y me refiero a twitteros mexicanos. En la clase de cuento fantástico dedicamos más de diez minutos a comentar por qué con Obama en el poder la recesión se afrontaría de una manera que sería más conveniente para México (yo no comenté nada, pero sí respiré un poco mejor, pensando que así peligrarían menos nuestras becas). Más tarde, mi familia enviaba mensajes, anunciando que la victoria estaba casí confirmada.

Pero la noticia de un avión colapsando contra el Periférico nos recordó que las sombras no se desvanecen al mismo tiempo en todos los rincones del mundo (¿se estarán desvaneciendo en el Norte?). Entonces ya no hubo reportes ni mensajes optimistas; estos dieron paso a la inquietud, los cuestionamientos, la vuelta al temor.

Nunca he sido capaz de pensar en entidades como "el país", "la mentalidad nacional", "la situación", ni otras abstracciones semejantes. Por ello desconfío de mí como filósofa, si bien recuerdo que para san Agustín no hay conocimiento sin amor, ni amor sin la mediación de la particularidad de la imagen.

Así, pues, el post no intenta cuestionar a dónde va el país, en qué nos convertimos como humanidad o si fue o no accidente. Simplemente lo escribo para dejar constancia de como una canción me hizo pensar en lo inestable que en ciertos días puede ser la tranquilidad y como ese pensamiento me recordó los últimos capítulos de El retorno del rey: un devenir dialéctico entre la oscuridad y la luz, un paso continuo del gozo a la tristeza, del temor a la euforia, y la culminación en un triunfo que para muchos implica también la retirada eterna.

miércoles, 29 de octubre de 2008

Frío

Nunca imaginé que en un departamento tan pequeño pudiera caber todo el viento del otoño. Un soplo helado corre por las paredes, cubre los muebles, se pega al techo y en las noches asedia la gruesa cobija que me envuelve; no tarda en descubrir que puede lanzarse sobre mi cabeza; a la mañana siguiente despierto con el rostro áspero y los pensamientos sosegados.

Tal vez el frío termine por anquilosar en mí la recién conquistada sensación de tranquilo bienestar, la cual no se basa en tesoros ni en certezas, sino en la firme convicción de que sólo estoy pasando el tiempo. Sólo aguardo el momento preciso para encontrar el camino rumbo al puerto donde se abordan los barcos grises.

domingo, 26 de octubre de 2008

Semblanza

No necesita ostentar títulos ni darme alguno. No hay estatuto para la vida compartida.

No quiere que sea suya, ni por promesas ni por firmas; sólo espera que algún día sea totalmente yo.

No recuerda mi cumpleaños, ni sabe de aniversarios. Pero conserva los colores, las voces, el temor, emocionado y ansioso del primer encuentro.

No habla de un futuro juntos, sino de un presente en el que a veces coincidimos. Y aunque en la realidad no exista un para siempre, hay una huella profunda e imborrable en la memoria.

jueves, 9 de octubre de 2008

La gente rumora

Los filósofos afirman que no se puede confiar en el "se dice". Pero en este preciso instante, los filósofos me intimidan muy poco.

Se rumora y casi se confirma
el rumor de que Radiohead viene a México. Si eso es cierto, si llego a estar ahí, ya pueden discutir y rabiar los filósofos, yo seré inmensamente feliz. Sólo el mismísimo Arturo regresando de Avalon podría emocionarme tanto. Se aguarda el retorno del rey.






miércoles, 8 de octubre de 2008

Soñar, vivir en el mundo de los sueños

People say that your dreams
are the only things that save you.
Come on baby, in our dreams
we can leave on misbehavior.

The Arcade Fire,
Rebellion

En las últimas semanas, una mezcla de curiosidad intelectual, necesidad académica y ansiedad intermitente me ha sumergido en diversas investigaciones acerca de la vida onírica. ¿Será por eso que, como siempre, duermo poco, mas por primera vez no me siento cansada? De Macrobio y Cicerón al Erec y Enide, que es como un sueño pletórico de aventura; de Gautier y su Arria Marcela al Sputnik, mi amor de Murakami. Y de ahí a todos mis recuerdos.
Me contempló de cinco años en el colegio de monjas, cuando descubrí cuán cerca estaban el dormir y la muerte. "Nadie, al descansar la cabeza en la almohada, sabe si despertará mañana" -sentenciaba la Madre Superiora y presidía el rezo. No despertó en mí el temor de Dios -tal era el objetivo- pero sí agradecí los múltiples despertadores; los perros del vecino, los gallos de no sé donde; la estridente motoneta del repartidor de periódicos, mi madre y Serrat cantando. Poco tiempo después, concluí que era preciso atesorar los despertares en que se recordaban con claridad las travesías oníricas. Nunca escribí mis sueños, pero me deleitaba al repetirlos en sosegada plática conmigo misma. Así estaba segura de que no había perdido nada en el descanso nocturno; había tenido sensaciones fabulosas, inquietantes, terribles; y todas ellas, sin importar lo absurdas o entrañables que fuesen, daban cuenta de que yo seguía ahí.
Hoy, después de comprender y abrazar el principio de que muchas verdades no están en lo que vemos, sino en lo que imaginamos, de aprender que los sueños reveladores y premonitorios entran por las puertas de cuerno y no por las de marfil y que quizá los muertos también puedan soñar, sigo sin tener una idea clara de lo que hacer con mis sueños. Si es precisa una ética de las fantasías diurnas y conscientes, ¿no lo será también una de las formas soñadas? Tampoco creo que sea tan sencillo distinguir los sueños que transmiten verdad de aquéllos que confunden. El sueño de Escipión tiene un valor epistémico porque a través de él descubre las realidades primordiales e inmutables, ¿pero acaso el Octavien de Gautier no descansó en los brazos de su Arria Marcela y sintió el cálido amor de la mujer que pereció dos mil años atrás, bajo las cenizas de Pompeya?
Suena una y otra vez Rebellion, los sueños pueden salvarnos y perdernos. Pero Murakami acaba de decirme que la mejor forma de relacionarse con el mundo es "soñar, vivir en el mundo de los sueños". ¿Qué hacer con ellos, los movimientos más caprichosos, inacibles y sublimes del alma? No lo sé todavía y probablemente no sea el caso que lo sepa. Mayores intelectos se lo han preguntado antes. ¿Será lo mejor aceptar los sueños como son, dejar que nos trasladen a sus estancias, continuar en ellos la vida que irremediablemente se nos escapa?




viernes, 3 de octubre de 2008

Pasos

Mato las tardes de viernes caminando. ¿Qué más puedo hacer? Cuando se acerca el final de la semana todo adormece muy temprano. Nadie parece notar que tardes como ésta reclaman un dulce asesinato, un atentado suave y fino contra el tiempo que parece negarse a marchar como de costumbre. O quizá sí, lo saben; por ello mandan a volar temprano los deberes; por ello beben y ríen juntos; yo camino. Sigo hasta llegar al parque. "Precaución. Niños jugando". Sí, los niños que juegan son aún más peligrosos, especialmente en viernes, cuando creen que toda obligación y castigo han desaparecido. Incontables perros juguetones actúan también lo especial del momento. Bicicletas, patines, autos furiosos. Y mucha gente que corre. Yo camino.

lunes, 29 de septiembre de 2008

Una tarde o Escrito que se cubría de polvo digital en el archivo

Una vez más, el cielo hecho jirones bermellón y carmesí. Era el momento del día en que todo parecía entrar en animación suspendida. Ramas, tendederos, cables y hasta uno que otro andariego se mecían obedientes al impulso del viento y marcaban un compás tan monótono que su ir y venir era capaz de crear un campo energético que encapsulaba el tiempo. Nada importaba entonces, ni los errores, ni las carencias, ni las desilusiones, tampoco esa rutina de confort y prosperidad bajo la que alineaba su vida. Era el momento del día en que abandonar lo presente y dibujar las imágenes de otros tiempos y espacios estaba permitido.

Apartó la vista del monitor y la dirigió a través de la ventana, hacia las copas de los árboles del parque. Era el lugar donde cualquier travesía encontraría su punto de partida. Tenía la impresión de que ahí podía empezar a caminar y seguir andando hasta el destino tantas veces anhelado; el país ignoto y sin nombre preciso, donde ninguna voz sabía su nombre. Imaginó hasta sentir el profundo gozo con el que se marcharía cuando llegara el día oportuno y quiso evocar la maravillosa sensación del alejamiento. Cuando miraba por la ventana del autobús en sus sencillos viajes de la infancia, tenía la impresión de que los árboles, el ganado y las torres eléctricas de la carretera emprendían una frenética huída en dirección contraria a la del vehículo en el cual viajaba, y pensaba que se sentirían tan dichosos como ella por dejar el lugar al que por tanto tiempo se habían fijado. Y aun ahora, después de tantos años, le gustaba creer que su partida no sólo la liberaría a ella, sino a cada ser y objeto que dejara tras de sí.

martes, 16 de septiembre de 2008

Al final del puente

Me preparó el desayuno. Después empacó en pequeñas viandas la mitad sobrante de la cena; "para que no trabajes mucho al llegar a casa" -dijo. Me llevó por última vez al jardín, cortó para mí una gardenia. Luego fuimos juntos hacia el autobús; bajó del auto mi maleta, me ayudó a colocarla. Un abrazo ligero, un beso tenue. Nos dijimos adios... ¿O fue hasta luego?

viernes, 29 de agosto de 2008

Cambios

A punto de irme y la casa de mi madre parece mucho más grande. El camino de mi habitación a la cocina se antoja largo, grato de caminar, en comparación con los pasos tan breves que se pueden dar en el apartamento. No caben todos los recuerdos de una etapa de la vida en un piso pequeño; mucho menos todas las cosas. Es preciso elegir con qué marcharse. Nunca como hoy he sentido que la televisión interrumpiendo, las charlas nocturas a mi llegada y las mañanas con café ligero y pan tostado son cosas que disfruté sin saber. Aun así me voy; no espero que sea mejor ni peor, sólo distinto. Y pese a la nostalgia, ahora estoy segura, sin importar a donde vaya, iré a casa.

lunes, 18 de agosto de 2008

Amigos y enemigos

But all the reasons I gave
where just lies to buy myself sometimes.


En la soledad, sea ésta condición elegida u obligada, uno termina por hacerse de amigos imaginarios aunque ya no sea un niño. Y, claro, también de enemigos. Hoy uno de estos últimos me dijo: "Las razones son anclas para detenerse sin necesidad en puertos miserables, por temor a las voces del fondo del océano; grilletes con los que el prisionero se abraza a la celda que desde hace tiempo lo ha liberado".
Así que hoy dormiré y en sueños comenzaré a borrar las formas de todas las razones en las que hasta hoy me he atrapado.

sábado, 9 de agosto de 2008

Planes

Se vuelve cada vez más difícil entrar y salir de aquí. Cada vez más difícil quedarse. Por las mañanas hay que caminar hasta la colonia vecina para encontrar un autobús accesible y al tiempo evitar ser arrollado en la avenida principal, que ahora es un conglomerado de vehículos extraños. Un distribuidor vial es la causa de que el sitio donde vivo sea, de pronto, más insoportable. Y su construcción parece infinita, como si quisiera advertirnos que en este lugar ya no transcurre el tiempo y ahora sólo nos queda huir o petrificarnos.
Así que inician los proyectos y las búsquedas. Los departamentos vistos hasta ahora oscilan entre los cuatro y seis mil pesos. Más gastos por servicios básicos; más muebles. La beca entera se me iría en mantenerlos y los precarios ingresos extra en sostener la casa de mi madre, quien se resiste a la idea de venir conmigo y vivir en mi casa, para que yo no siga viviendo en lo que queda de la suya. Será necesario hallar algo más o acostumbrarse a un espacio sin aire, cuyos únicos movimientos tienden al deterioro.
Buscando información sobre los intercambios académicos a McGill -donde reside un experto en san Agustín e imparten un curso de imaginarios sociales- o a la U. de Montréal -cuyo Centro de Estudios Medievales publicó un libro sobre el arte de la representación en el Medioevo (o algo así) que quizá sólo se encuentre ahí- descubro que tal vez sea más fácil emigrar a Québec que sobrevivir allá tres meses, con la reducción que sufre el apoyo a becarios cuando se convierte a dólares. Ayer, sin querer, me enteré de los encargos que una compañera, estudiante en Alemania, hizo a una profesora que pronto irá para allá. Y caí en la cuenta, no sin desaliento, de que además de los boletos de avión, el alojamiento, la comida, los libros, uno debe considerar presupuesto para nimiedades como el shampoo, los jabones, la pasta de dientes y otros artículos vergonzantes, pero que se nos han vuelto de primera necesidad y que cuando se cotizan en dólares o en euros deben ser equivalentes a lo que aquí gasto para comprar la despensa quincenal de toda la familia.
Ahora reconsidero. Quizá lo mejor sea terminar la maestría en el país, para luego exportarme como maestra de español o niñera. Un diplomado en cuentos de hadas y relato fantástico puede ser formación suficiente para domar fieras. Y una mudanza al norte incluiría la sutil paradoja de que rara vez me encontraría con mi amor de aquéllas tierras, quien se obstina en vivir en México.
Mientras tanto, el tiempo se me va en redactar notas sin sentido; en repasar el Griego que con tantas angustias aprendí y que con facilidad se olvida; en corregir libros de texto que parecen diseñados para no aprender.
Pero hoy... hoy sólo quiero ir a casa, sólo que ya no sé donde queda.

sábado, 24 de mayo de 2008

Próximamente

Y porque yo me lo pedí... Algunos fantasmas se mundan de espacio. Esté usted pendiente del nuevo blog de la hostelera.

martes, 29 de abril de 2008

Razones

- "¿Por qué no te quedas?" -preguntó mientras ella se incorporaba perezosamente para salir de la cama- "Se ha hecho tarde otra vez; vete por la mañana, el autobús irá ligero".
Sin pensarlo demasiado revirtió los movimientos y se entrelazó de nuevo al torso, los brazos, las piernas, a todo ese cuerpo que la recibía como si fuese su natural complemento.
Reclinó la cabeza sobre su pecho y fantaseó. Vio con claridad que no partiría en el primer autobús de la mañana, ni en el cuarto, ni en el primero de la tarde. Una vez más los arrebataría el crepúsculo y con el último viso de claridad él repetiría "¿Por qué no te quedas?" Admiró pasar lentos los días en los que al autobús le seguía faltando un pasajero. Y contempló la ropa en el sillón, el rostro de quien pregunta sin dudas, el crepúsculo y la noche volviéndose costumbre. Y finalmente los distinguió a los dos, entrelazados y ausentes; él buscando incertidumbre donde ya no existía, y ella extrañando la nostalgia por no sentir el lejos.
Tras la última imagen se incorporó, ya sin pereza. Vistió las ropas, miró por la ventana, caminó hacia la puerta. Y él, que también había contemplado, no preguntó de nuevo.

Dos descubrimientos (de índole pluvial)

Los metrobuses del Distrito Federal se inundan y a mis zapatos negros se les filtra el agua.