Un haz de luz se ha incrustado en mi cabeza. No es la primera vez que pasa. Entra fulminante por el ojo izquierdo, rebota en la base del cráneo y abraza todo el hemisferio.
Creo que cada uno de esos dardos fotónicos porta una idea descomunal que mi cerebro no alcanza a comprender. Y éste se incendia en vez de iluminarse; lejos de alumbrar se duele en su vacío.
He considerado diversas opciones para terminar con estos raros fenómenos. Hasta ahora, parece que lo más útil y sensato es prescindir del ojo izquierdo.
domingo, 19 de julio de 2009
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1 comentario:
Lo siento maestra. Cuidese
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