Balbuceos de un canto, fragmentos de un encomio. Los escupo sin juicio a un blanco frágil mientras salto entre mares.
La semana de tiempo suspendido me hizo trizas. Se llevó la soledad, la locura, los afectos. Dejó la única certeza de que no hay belleza ni heroísmo capaces de redimirnos.
Sí, yo siempre exagero ante situaciones como ésta. Más cuando en el cerebro se encienden luces que no iluminan lo excelso sino lo degradado y próximo a morir.
¿Por qué entonces sigo conduciendo sin pericia esta endeble nave que, bien sé, no se dirige a sitio alguno? ¿Por qué es tan difícil romper el pacto con la maravilla?
lunes, 11 de mayo de 2009
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1 comentario:
¿le costó arrancarse los dientes de leche, cuando sólo quedaba un filito?
¡cuánto le dolerá a las culebras el cambio de piel!
Pero mudamos de dientes y ellas lucen renovados trajes...
Duele... pero se pasa...
esponjosos besos y abrazos
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