miércoles, 29 de abril de 2009

Filosofía en los días de la peste


Cuando escuché que no habría clases se me ocurrió una curiosa y disparatada idea: era todo un complot para acallar las enconadas protestas de los filósofos en contra de su predestinada extinción. La ocurrencia era descabellada por una sola razón, ¿quién detendría el reloj por los filósofos? Ni pensarlo.
Así que luego de confirmar vía correo electrónico que se cancelarían actividades en la prepa donde trabajo decidí empezar a creer y con ello a concebir una idea mucho más esquizofrénica que la anterior. ¿Y si la peste no es más que la primera señal de que el universo retiembla en sus centros por la desaparición de Lógica, Ética y Estética?
Hubo un momento en la narración de nuestra historia en que esta explicación para el mal que nos aqueja no se hubiera tenido por farsante, irreverente o ilusa. Entonces, ante el descubrimiento del vínculo roto, el mago habría dejado ir las palabras correctas y éstas pondrían en acción las fuerzas que lo repararían. Lo ausente volvería, lo enfermo sanaría y lo desequilibrado se ordenaría de nuevo. En el mejor de los casos la esperanza llegaba a cumplirse.
Pero en este episodo, que puede ser tanto el final como el clímax (y ¿por qué no? simplemente otro capítulo) el abandono del pensamiento y una epidemia mortal son sólo dos cosas que por coincidencia ocurren al mismo tiempo. ¿A cuál de las dos dificultades atender? A la más grave, por supuesto, a la que demande acción imediata; así como para el dolor de cabeza hay que buscar aspirinas y no tranquilidad. Nos fallaron los magos al buscar vínculos rotos cuando tendrían que haber empezado por comprar vínculos nuevos.
Sin embargo los acontecimientos insisten en aparecer uno junto a otro y casualidad sigue pareciéndose a causalidad. Hoy recibí dos correos alusivos a conspiraciones, una la de la influenza desatada por el G8 y las farmacéuticas, otra la que pretende acabar con las universidades públicas. El hecho es que no reenvié ninguno de los dos, pero sí me pregunté; ¿en verdad la pandemia no se debe al olvido en que decidimos dejar al pensamiento? Porque ni el más estricto cerco sanitario empedirá que se formen rompan barreras en la imaginación y la razón por las cuales se siga filtrando el miedo.

* POST 0% informativo

5 comentarios:

Daniel G.G. dijo...

Cum hoc. Ergo, propter hoc?

Diana dijo...

Las conspiraciones se hacen a la medida, nosotros creíamos que querían desaparecer a los de inglesas. Abrazos.

Esponjita dijo...

Todo está de lo más raro...
De todos modos, si en verdad hay un mago operando, no creo que sea uno interesado en acabar con la filosofía (nosotros hemos hecho mucho a favor de ello), sino con arreglar cosas más complejas y aterradoras. Aunque no hay que temer: más que mago, quién está manejando esta enorme puesta en escena es un prestidigitador.

En fin. No tema: la filosofía no desaparecerá. Lo peor que puede ocurrir es que tengamos, todos los filósofos, que poner negocios de pulir lentes o volvernos tinterillos... pero la filosofía ha resistido peores momentos.
Me preocupa más cómo ha quedado en evidencia:
a) el pensamiento mágico e irreflexivo del mexicano que trae su tapabocas casi como collar de ajos u ojos de venado.
b) el deleznable estado del sistema de salud mexicano
c) lo fácil que somos presa de la televisión
d) lo insoportable que es estar enclaustrado, con una tesis mordiéndole a uno los talones
e) descubrir lo importante que es el starbuks en mi vida filosofal

besos (con tapabocas)

la esponja conspiracionista

PD: ¿qué le pasa al magus graecus? ese correo de la desaparición del bachillerato es la falacia más tremenda del mundo... o a ver, profa de lógica, ¿dónde se prueba en el correo lo que supuestamente denuncia?

. dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Itzel dijo...

Daniel G.G. Fallacia est. Por eso ya agregué lo de 0% informativo aunque de hecho debió ser 0% lógico.
Diana: Pues sí que que se hacen a la medida, no imagino por qué a los de inglesas. Abrazos también.
Esponjita: Comparto vairas de sus preocupaciones y a ellas sumo la de darme cuenta que la cuarentena ha sido mi estilo de vida desde que me mudé. Y aunque ahora doy ética y no lógica me doy cuenta que muchas no cuadran, son falacias con este falaz post. Pero así como la emoción lleva a muchos a desabastecer las tiendas, también hace que otros se lancen a defender lo que tal vez no está en peligro. Mientras tanto un beso y abrazos no virulentos.
Alfredo: Pues a soñar, imaginar, pensar, que para eso no hace falta cubrebocas.