viernes, 29 de agosto de 2008

Cambios

A punto de irme y la casa de mi madre parece mucho más grande. El camino de mi habitación a la cocina se antoja largo, grato de caminar, en comparación con los pasos tan breves que se pueden dar en el apartamento. No caben todos los recuerdos de una etapa de la vida en un piso pequeño; mucho menos todas las cosas. Es preciso elegir con qué marcharse. Nunca como hoy he sentido que la televisión interrumpiendo, las charlas nocturas a mi llegada y las mañanas con café ligero y pan tostado son cosas que disfruté sin saber. Aun así me voy; no espero que sea mejor ni peor, sólo distinto. Y pese a la nostalgia, ahora estoy segura, sin importar a donde vaya, iré a casa.

1 comentario:

Esponjita dijo...

Las dos primeras semanas me atacaban ráfagas de llanto. Más de una vez temí no ser capaz de soportar estar tan lejos de casa, sobre todo porque mi apartamento era más minúsculo que el de mamá, de por sí pequeño.
Pero después de tres años creo que valió la pena.
Le deseo muchísimo éxito en su nueva, mi querida Itzel. Le recomiendo una mascota, si no del reino animal, las del reino vegetal tienen múltiples ventajas: no maullan, no hacen sus necesidades fuera de su maceta, no molestan a los vecinos... y lo mantinen a uno pendiente de un ser silencioso.

Muchos abrazos, muchas hurras. Ojalá mañana la vea en clase de Averroes: acabo de conseguir copias del Averrois Cordubensis: commentarium Aristotelis De Anima Libros, edición de Crawford (estoy escribiéndole este mensaje desde el Office Depot donde my precious está siendo fotocopiando y empastado)... creo que le interesará sobre manera el papel disputado entre la imaginación y el intelcno materia... definitivamente, necesitamos un café...

la verborreica esponjitta