miércoles, 31 de diciembre de 2008

Onírica 2. Sueño "finanual"

Yo era la reina de un juego de ajedrez. Ejército negro. El blanco nos vencía. Abría los ojos y no podía dejar de percibir que la cama se había convertido en un gran tablero y que un inmenso alfil avanzaba en diagonal. Desperté a mi amor para advertirle: "Olvidémonos del amanecer".






martes, 23 de diciembre de 2008

Canción de Navidad

Pasado

Sentada en el piso de la estancia miraba las luces con obstinada concentración. Se imaginaba feliz, y lo hacía con tal claridad y certeza que así era. Vale decir que lograba un efecto similar cuando imaginaba el estado contrario; entonces era miserable y envolvía en tal sentimiento a quienes la rodeaban. Tal fue el don, tal la condena, a los que se aferró desde pequeña; el saber que las sombras en su cabeza eran más importantes que los seres de afuera.
Grandes cosas se esperaban de ella, buenas y malas. Brillante, soberbia, sola, pero con esa faz tranquila, casi amable. Hubiese movido a ternura y afecto, como los demás niños, de no ser por esos desplantes tan adultos, con los que podía sorprender, herir, manipular o atemorizar, como sólo haría un alma que hubiese contemplado ya muchos inviernos.
Con ojos ávidos admiraba la mañana de Navidad. Se imaginaba feliz, y lo era.


Presente

Una despedida más y cientos de ideas quedaron sin compartir. Sólo se habló de lo más cómodo, lo entretenido. Lo demás intentó salir en sueños y caricias, en detalles absurdos, en el beso de hasta luego. Ama y por ello está segura de que nada tiene.
Y es preciso volver a casa por las fiestas. Abre con desgano un libro, mientras se deja llevar por el camino conocido. Fácilmente se distrae y recuerda las luces que la ilusionaban. Ha pensado tanto, ha intentado saber, ha fallado tanto, que ya no está segura de que existan los dones. ¿En verdad basta con imaginarse feliz? ¿con imaginar ser algo?
El trayecto se agota sin que pueda leer una página. Llega a la ciudad, pide un taxi para ir al apartamento, a reencontrarse con su abandonada soledad. Unas cuantas horas para disfrutarla, antes de ir -medio ansiosa, medio obligada- a una cena familiar llena de aromas, mimos y chiquillos.


Futuro

Sentada en la silla del pórtico entrega sus ojos al atardecer. No hay razón para correr o afligirse; nadie espera. En otros tiempos era pertinente soñar o recordar; hoy sólo queda ver lo que se tiene delante. Amor, obras, errores, todo ello dejó una huella tan profunda que ya no se distingue. ¿Y por qué hacerlo, si todo es parte de lo que se ha sido?

Sentada en la silla del pórtico entrega la mirada al atardecer, el alma al invierno.


Muy felices fiestas, queridos lectores. He aquí lo más semejante a una canción navideña, según mi registro sonoro de los últimos días.




jueves, 18 de diciembre de 2008

Onírica

Dormir, dormir, dormir.

Hasta que pasen las fiestas, pues no me importa que comiencen, sino que terminen.

Hasta llegar a los cuarenta, para que no vuelvan a decirme chica.

Soñar con el amor, para no herirlo en la vigilia. Soñar con las palabras correctas, para dejar de escribir fantasías.

Dormir, dormir, dormir...


Dedicado al examen psicométrico que hice hoy,
en el cual me preguntaban si a veces tengo sueños fantásticos.
Seguro lo reprobé...

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Los Puertos Grises

Iba yo a reseñar el coloquio en el que hace poco participé. Comenzaría por decir que así como en lo que se refiere al bien vestir, en cuanto al bien vivir se impone la actualidad. Que las ponencias sobre deterioro ambiental, eutanasia y leyes anti tabaco se calificaron como provocadoras e inquietantes, mientras que de la mía, centrada en lo fantástico, se dijo, sobre todo, que era bella. Iba también a destacar la intervención de un tímido moderador, que sin aspavientos pero con claridad, sugirió que a los desafíos morales de nuestro tiempo se podría responder con el auxilio de la fantasía. Y si sobraba espacio, quizá dejaría salir al pequeño rojo, para que hablase de la situación de las universidades estatales.

Pero no dejo de pensar en los Puertos Grises... He querido dedicarles ensayos, loas, plegarias. He querido recordarlos, como la primera vez que supe de ellos. En el límite del mundo, sobre un océano inmenso, aguardan los barcos que habrán de llevarse a quienes ya no pertenecen a la era. Llevarlos a los puertos grises. ¿A descansar?, ¿a gozar?, ¿a esperar un nuevo viaje? No recuerdo si el libro lo decía. Pero sé que logró dejarme una honda impresión; la certeza de que la navegación se emprendía con más entereza que dolor y con más tranquilidad de ánimo que alegría.

Y por ello no puedo escribir filosofía. He preferido pensar, imaginar los Puertos Grises. Y los imagino y pienso porque muy pronto contaré un invierno más. Sin embargo, es también una legua menos. El fin de una etapa de la travesía que me lleva más cerca de mi barco. Cerca un poco de la hora en que caen los párpados, guardando para siempre la imagen nunca vista y más amada.






viernes, 21 de noviembre de 2008

Últimamente

He caminado mucho; leo y escribo poco. He perdido mi habitual insomnio; sueño demasiado. He comido hamburguesas y papas fritas; la ropa me queda más holgada. Me tiemblan más las manos; tengo menos miedo. No he bebido ni fumando; a veces me siento inexplicablemente feliz. Cometo faltas de ortografía; pienso con más claridad. No he visto a mis amigos; su influencia está en mucho de lo que hago. Paso largos ratos imaginando el día de mi muerte; dicen los médicos que tengo buena salud.

Últimamente no tengo motivos reales ni directos para entristecer; imagino más de los que puede sentir una vida.

Agenda


Por si hoy se van de juerga y despiertan en Zacatecas una semana después (suele suceder). Y para mostrar que en este blog no hay sólo frivolidad, y amor, y crisis nerviosas por conseguir boletos de bandas inglesas. También hay semanas de trabajo intenso, dedicadas exclusivamente a la reflexión y el engrandecimiento intelectual. (Aunque no sé por qué nos vamos del 26 al 30 de noviembre si el coloquio sólo dura dos días... ¡Sepan mis jefes que yo no lo dispuse así!)


* Mi participación será el sábado 29 de noviembre, con la ponencia titulada La concepción de lo fantástico en el siglo XII. ¿Por qué se llama así?, no sé. ¿De qué habla?, ya no me acuerdo. Y ya sé por qué nos vamos desde el 26; previamente asistiremos a la jornada de investigación Concepciones objetivas de la moralidad. El cielo nos asista.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Recapitulación

* Post que sólo entenderán si leen antes el de la Recesión
(y si están familiarizados con el trastorno bipolar)

¡No lo crean! ¡No lo crean! Un día ya no podrán despertar del sueño. Llegará quien les arrebate todo y ría de su desconsuelo. Las paredes caerán cuando el frío sea más cruel. Y maldecirán la hora en que pudieron volar, y no lo hicieron.

Sepan que es mejor imaginar que respirar. Cuando la realidad se ve apresada, gira su horrible rostro y nos demuestra que no vale la pena el menor esfuerzo.

¡No lo crean! Y cuando vuelvan a escuchar las dulces notas que invitan a partir, vayan tras ellas. Sigan y no se detengan hasta alcanzar el ocaso.

Recesión

En el verano previo a la universidad enfermé de varicela. El malestar y la fiebre no me dejaban leer, ni conversar, ni siquiera fastidiar, y dormía casi todo el día. Mas puntualmente despertaba para comer a las cuatro de la tarde y entonces veía por televisión la película que diario entre semana transmitía el canal 4. Entre esos dramas fáciles y corrientes figura el que hoy sueño protagonizar.

No recuerdo el nombre de la película, pero sí que pretendía ubicar su historia en la época de la Gran Depresión. Dos niños se atrincheraban en un departamento mientras sus padres iban en busca de dinero y un lugar para vivir. La mismión de los pequeños hermanos era evadir al casero, para que éste no los desalojase antes de que los padres volvieran (no entendí por qué debía notificarlos primero, ¿no podía derribar la puerta con un hacha, degollar de paso a los niños y así recuperar el piso?). Después de agotar sus escasas provisiones, extenuarse de hambre y asistir el suicidio de otro inquilino, los chicos logran escabullirse para ir a dar con el padre que acaba de regresar. Juntos parten hacia un nuevo y efímero estado de supervivencia.

Cada noche sueño los pasos de la casera golpeando los peldaños. Viene a cobrar el alquiler que no he pagado desde hace meses. Temo por mi computadora y mis libros de caballerías. Pero es anciana, el cansancio le impide llegar hasta el último piso donde vivo. Respiro, pienso que tengo un día más para terminar mi best seller, y como frugalmente de un gran e interminable plato de avena. Despierto y sonrío al recordar que aún no llega el fin de mes y que en la despensa no hay sino galletas.

Ya tenemos boletos. Hoy soñaré que tocan Let down.





Para Selkt, Alexandros y Lil@s, fans y compañeros de ansiedad.

martes, 11 de noviembre de 2008

Un mundo posible



Mas no diré otra cosa hasta que pueda tomar a la realidad por el pescuezo (o "más vale boleto en mano que sueños volando"). No obstante, deposito el proyecto en este baúl de la insensatez para poder dormir en paz.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Pensamientos crepusculares

There are too many of us,
so you can't count

Thom Yorke, Harradown Hill

El día de hoy se publica en Dead Air Space un breve post que celebra el cumpleaños de un miebro de la banda (Jonny Greenwood), así como "el amanecer de una nueva era política en los Estados Unidos." (Pueden registrarse para escuchar el remix conmemorativo de Thom Yorke, aunque personalmente me gusta más la versión de "Harradown Hill" en The Eraser.)

No es que fuera la única manifestación de alegría, interés o alivio por la victoria demócrata, pero me recordó de manera vehemente cómo ayer parecía que algo bueno iba a pasarnos; también aquí, también a nosotros.

En Twitter había reportes del estatus de la votación cada hora o menos, y me refiero a twitteros mexicanos. En la clase de cuento fantástico dedicamos más de diez minutos a comentar por qué con Obama en el poder la recesión se afrontaría de una manera que sería más conveniente para México (yo no comenté nada, pero sí respiré un poco mejor, pensando que así peligrarían menos nuestras becas). Más tarde, mi familia enviaba mensajes, anunciando que la victoria estaba casí confirmada.

Pero la noticia de un avión colapsando contra el Periférico nos recordó que las sombras no se desvanecen al mismo tiempo en todos los rincones del mundo (¿se estarán desvaneciendo en el Norte?). Entonces ya no hubo reportes ni mensajes optimistas; estos dieron paso a la inquietud, los cuestionamientos, la vuelta al temor.

Nunca he sido capaz de pensar en entidades como "el país", "la mentalidad nacional", "la situación", ni otras abstracciones semejantes. Por ello desconfío de mí como filósofa, si bien recuerdo que para san Agustín no hay conocimiento sin amor, ni amor sin la mediación de la particularidad de la imagen.

Así, pues, el post no intenta cuestionar a dónde va el país, en qué nos convertimos como humanidad o si fue o no accidente. Simplemente lo escribo para dejar constancia de como una canción me hizo pensar en lo inestable que en ciertos días puede ser la tranquilidad y como ese pensamiento me recordó los últimos capítulos de El retorno del rey: un devenir dialéctico entre la oscuridad y la luz, un paso continuo del gozo a la tristeza, del temor a la euforia, y la culminación en un triunfo que para muchos implica también la retirada eterna.

miércoles, 29 de octubre de 2008

Frío

Nunca imaginé que en un departamento tan pequeño pudiera caber todo el viento del otoño. Un soplo helado corre por las paredes, cubre los muebles, se pega al techo y en las noches asedia la gruesa cobija que me envuelve; no tarda en descubrir que puede lanzarse sobre mi cabeza; a la mañana siguiente despierto con el rostro áspero y los pensamientos sosegados.

Tal vez el frío termine por anquilosar en mí la recién conquistada sensación de tranquilo bienestar, la cual no se basa en tesoros ni en certezas, sino en la firme convicción de que sólo estoy pasando el tiempo. Sólo aguardo el momento preciso para encontrar el camino rumbo al puerto donde se abordan los barcos grises.

domingo, 26 de octubre de 2008

Semblanza

No necesita ostentar títulos ni darme alguno. No hay estatuto para la vida compartida.

No quiere que sea suya, ni por promesas ni por firmas; sólo espera que algún día sea totalmente yo.

No recuerda mi cumpleaños, ni sabe de aniversarios. Pero conserva los colores, las voces, el temor, emocionado y ansioso del primer encuentro.

No habla de un futuro juntos, sino de un presente en el que a veces coincidimos. Y aunque en la realidad no exista un para siempre, hay una huella profunda e imborrable en la memoria.

jueves, 9 de octubre de 2008

La gente rumora

Los filósofos afirman que no se puede confiar en el "se dice". Pero en este preciso instante, los filósofos me intimidan muy poco.

Se rumora y casi se confirma
el rumor de que Radiohead viene a México. Si eso es cierto, si llego a estar ahí, ya pueden discutir y rabiar los filósofos, yo seré inmensamente feliz. Sólo el mismísimo Arturo regresando de Avalon podría emocionarme tanto. Se aguarda el retorno del rey.






miércoles, 8 de octubre de 2008

Soñar, vivir en el mundo de los sueños

People say that your dreams
are the only things that save you.
Come on baby, in our dreams
we can leave on misbehavior.

The Arcade Fire,
Rebellion

En las últimas semanas, una mezcla de curiosidad intelectual, necesidad académica y ansiedad intermitente me ha sumergido en diversas investigaciones acerca de la vida onírica. ¿Será por eso que, como siempre, duermo poco, mas por primera vez no me siento cansada? De Macrobio y Cicerón al Erec y Enide, que es como un sueño pletórico de aventura; de Gautier y su Arria Marcela al Sputnik, mi amor de Murakami. Y de ahí a todos mis recuerdos.
Me contempló de cinco años en el colegio de monjas, cuando descubrí cuán cerca estaban el dormir y la muerte. "Nadie, al descansar la cabeza en la almohada, sabe si despertará mañana" -sentenciaba la Madre Superiora y presidía el rezo. No despertó en mí el temor de Dios -tal era el objetivo- pero sí agradecí los múltiples despertadores; los perros del vecino, los gallos de no sé donde; la estridente motoneta del repartidor de periódicos, mi madre y Serrat cantando. Poco tiempo después, concluí que era preciso atesorar los despertares en que se recordaban con claridad las travesías oníricas. Nunca escribí mis sueños, pero me deleitaba al repetirlos en sosegada plática conmigo misma. Así estaba segura de que no había perdido nada en el descanso nocturno; había tenido sensaciones fabulosas, inquietantes, terribles; y todas ellas, sin importar lo absurdas o entrañables que fuesen, daban cuenta de que yo seguía ahí.
Hoy, después de comprender y abrazar el principio de que muchas verdades no están en lo que vemos, sino en lo que imaginamos, de aprender que los sueños reveladores y premonitorios entran por las puertas de cuerno y no por las de marfil y que quizá los muertos también puedan soñar, sigo sin tener una idea clara de lo que hacer con mis sueños. Si es precisa una ética de las fantasías diurnas y conscientes, ¿no lo será también una de las formas soñadas? Tampoco creo que sea tan sencillo distinguir los sueños que transmiten verdad de aquéllos que confunden. El sueño de Escipión tiene un valor epistémico porque a través de él descubre las realidades primordiales e inmutables, ¿pero acaso el Octavien de Gautier no descansó en los brazos de su Arria Marcela y sintió el cálido amor de la mujer que pereció dos mil años atrás, bajo las cenizas de Pompeya?
Suena una y otra vez Rebellion, los sueños pueden salvarnos y perdernos. Pero Murakami acaba de decirme que la mejor forma de relacionarse con el mundo es "soñar, vivir en el mundo de los sueños". ¿Qué hacer con ellos, los movimientos más caprichosos, inacibles y sublimes del alma? No lo sé todavía y probablemente no sea el caso que lo sepa. Mayores intelectos se lo han preguntado antes. ¿Será lo mejor aceptar los sueños como son, dejar que nos trasladen a sus estancias, continuar en ellos la vida que irremediablemente se nos escapa?




viernes, 3 de octubre de 2008

Pasos

Mato las tardes de viernes caminando. ¿Qué más puedo hacer? Cuando se acerca el final de la semana todo adormece muy temprano. Nadie parece notar que tardes como ésta reclaman un dulce asesinato, un atentado suave y fino contra el tiempo que parece negarse a marchar como de costumbre. O quizá sí, lo saben; por ello mandan a volar temprano los deberes; por ello beben y ríen juntos; yo camino. Sigo hasta llegar al parque. "Precaución. Niños jugando". Sí, los niños que juegan son aún más peligrosos, especialmente en viernes, cuando creen que toda obligación y castigo han desaparecido. Incontables perros juguetones actúan también lo especial del momento. Bicicletas, patines, autos furiosos. Y mucha gente que corre. Yo camino.

lunes, 29 de septiembre de 2008

Una tarde o Escrito que se cubría de polvo digital en el archivo

Una vez más, el cielo hecho jirones bermellón y carmesí. Era el momento del día en que todo parecía entrar en animación suspendida. Ramas, tendederos, cables y hasta uno que otro andariego se mecían obedientes al impulso del viento y marcaban un compás tan monótono que su ir y venir era capaz de crear un campo energético que encapsulaba el tiempo. Nada importaba entonces, ni los errores, ni las carencias, ni las desilusiones, tampoco esa rutina de confort y prosperidad bajo la que alineaba su vida. Era el momento del día en que abandonar lo presente y dibujar las imágenes de otros tiempos y espacios estaba permitido.

Apartó la vista del monitor y la dirigió a través de la ventana, hacia las copas de los árboles del parque. Era el lugar donde cualquier travesía encontraría su punto de partida. Tenía la impresión de que ahí podía empezar a caminar y seguir andando hasta el destino tantas veces anhelado; el país ignoto y sin nombre preciso, donde ninguna voz sabía su nombre. Imaginó hasta sentir el profundo gozo con el que se marcharía cuando llegara el día oportuno y quiso evocar la maravillosa sensación del alejamiento. Cuando miraba por la ventana del autobús en sus sencillos viajes de la infancia, tenía la impresión de que los árboles, el ganado y las torres eléctricas de la carretera emprendían una frenética huída en dirección contraria a la del vehículo en el cual viajaba, y pensaba que se sentirían tan dichosos como ella por dejar el lugar al que por tanto tiempo se habían fijado. Y aun ahora, después de tantos años, le gustaba creer que su partida no sólo la liberaría a ella, sino a cada ser y objeto que dejara tras de sí.

martes, 16 de septiembre de 2008

Al final del puente

Me preparó el desayuno. Después empacó en pequeñas viandas la mitad sobrante de la cena; "para que no trabajes mucho al llegar a casa" -dijo. Me llevó por última vez al jardín, cortó para mí una gardenia. Luego fuimos juntos hacia el autobús; bajó del auto mi maleta, me ayudó a colocarla. Un abrazo ligero, un beso tenue. Nos dijimos adios... ¿O fue hasta luego?

viernes, 29 de agosto de 2008

Cambios

A punto de irme y la casa de mi madre parece mucho más grande. El camino de mi habitación a la cocina se antoja largo, grato de caminar, en comparación con los pasos tan breves que se pueden dar en el apartamento. No caben todos los recuerdos de una etapa de la vida en un piso pequeño; mucho menos todas las cosas. Es preciso elegir con qué marcharse. Nunca como hoy he sentido que la televisión interrumpiendo, las charlas nocturas a mi llegada y las mañanas con café ligero y pan tostado son cosas que disfruté sin saber. Aun así me voy; no espero que sea mejor ni peor, sólo distinto. Y pese a la nostalgia, ahora estoy segura, sin importar a donde vaya, iré a casa.

lunes, 18 de agosto de 2008

Amigos y enemigos

But all the reasons I gave
where just lies to buy myself sometimes.


En la soledad, sea ésta condición elegida u obligada, uno termina por hacerse de amigos imaginarios aunque ya no sea un niño. Y, claro, también de enemigos. Hoy uno de estos últimos me dijo: "Las razones son anclas para detenerse sin necesidad en puertos miserables, por temor a las voces del fondo del océano; grilletes con los que el prisionero se abraza a la celda que desde hace tiempo lo ha liberado".
Así que hoy dormiré y en sueños comenzaré a borrar las formas de todas las razones en las que hasta hoy me he atrapado.

sábado, 9 de agosto de 2008

Planes

Se vuelve cada vez más difícil entrar y salir de aquí. Cada vez más difícil quedarse. Por las mañanas hay que caminar hasta la colonia vecina para encontrar un autobús accesible y al tiempo evitar ser arrollado en la avenida principal, que ahora es un conglomerado de vehículos extraños. Un distribuidor vial es la causa de que el sitio donde vivo sea, de pronto, más insoportable. Y su construcción parece infinita, como si quisiera advertirnos que en este lugar ya no transcurre el tiempo y ahora sólo nos queda huir o petrificarnos.
Así que inician los proyectos y las búsquedas. Los departamentos vistos hasta ahora oscilan entre los cuatro y seis mil pesos. Más gastos por servicios básicos; más muebles. La beca entera se me iría en mantenerlos y los precarios ingresos extra en sostener la casa de mi madre, quien se resiste a la idea de venir conmigo y vivir en mi casa, para que yo no siga viviendo en lo que queda de la suya. Será necesario hallar algo más o acostumbrarse a un espacio sin aire, cuyos únicos movimientos tienden al deterioro.
Buscando información sobre los intercambios académicos a McGill -donde reside un experto en san Agustín e imparten un curso de imaginarios sociales- o a la U. de Montréal -cuyo Centro de Estudios Medievales publicó un libro sobre el arte de la representación en el Medioevo (o algo así) que quizá sólo se encuentre ahí- descubro que tal vez sea más fácil emigrar a Québec que sobrevivir allá tres meses, con la reducción que sufre el apoyo a becarios cuando se convierte a dólares. Ayer, sin querer, me enteré de los encargos que una compañera, estudiante en Alemania, hizo a una profesora que pronto irá para allá. Y caí en la cuenta, no sin desaliento, de que además de los boletos de avión, el alojamiento, la comida, los libros, uno debe considerar presupuesto para nimiedades como el shampoo, los jabones, la pasta de dientes y otros artículos vergonzantes, pero que se nos han vuelto de primera necesidad y que cuando se cotizan en dólares o en euros deben ser equivalentes a lo que aquí gasto para comprar la despensa quincenal de toda la familia.
Ahora reconsidero. Quizá lo mejor sea terminar la maestría en el país, para luego exportarme como maestra de español o niñera. Un diplomado en cuentos de hadas y relato fantástico puede ser formación suficiente para domar fieras. Y una mudanza al norte incluiría la sutil paradoja de que rara vez me encontraría con mi amor de aquéllas tierras, quien se obstina en vivir en México.
Mientras tanto, el tiempo se me va en redactar notas sin sentido; en repasar el Griego que con tantas angustias aprendí y que con facilidad se olvida; en corregir libros de texto que parecen diseñados para no aprender.
Pero hoy... hoy sólo quiero ir a casa, sólo que ya no sé donde queda.

miércoles, 6 de agosto de 2008

A solas

Pour quelqu’un au Nord

Hoy sólo tu fantasma duerme conmigo. Hay frío en la habitación y en la memoria se encienden llamas. Acariciar tu imagen es distinto, pero también fascina y a ella le descubro cosas que tal vez aún no sepas.


Así no puedo extrañarte. Para ello necesitaría borrar las líneas que unen tus formas con las mías en un lienzo del imaginario. Tenerte lejos se ha convertido en otra forma de estar contigo.

miércoles, 16 de julio de 2008

Los que nos miran

Post inspirado por Selkt, y dedicado a ella en consecuencia.

Desde niña he tenido cierto temor a los espejos, especialmente a los de las habitaciones. Odiaba levantarme a media noche, sedienta y, al pasar frente a la luna del tocador, percibir ese reflejo que también caminaba, dejándome con la incómoda sensación de que alguien más estaba ahí. Por eso he desterrado de casa a la mayoría de los espejos. No puedo deshacerme de todos, a veces uno debe cuidar la imagen que se viste cuando sale a los otros. Sin embargo, están donde puedo evitarlos; uno pequeño en un cajón; otro en el cuarto de baño, por dentro de la puerta del botiquín.
Y es que todo cuanto la fantasía nos ha descubierto sobre los espejos es cierto. En ellos habita lo que no es, pero que arde en deseos de llegar a ser. Si uno se mira por demasiado tiempo al espejo, corre el riesgo de alejarse siendo alguien distinto, uno de los que nos miran desde el otro lado, bajo la engañosa máscara de la identidad.

miércoles, 9 de julio de 2008

Entre mercadólogos te veas


Érase una vez, en importante evento sobre publicidad interactiva...

Reportero (pensando en Will Smith): "¿Está usted familiarizado con I, robot?"

Importante Ejecutivo de Medios (también pensando en Will Smith): "No. No veo películas... ¿Por qué? Me aburren."

Yo (a mí misma): "¿Alguno de los dos está familiarizado con Isaac Asimov?"

domingo, 6 de julio de 2008

El paciente del balcón


Quizás el médico llevó al extremo la impuntualidad, o acaso el paciente se aferre con terquedad al derecho de recibir una segunda opinión.

martes, 24 de junio de 2008

Soy foca bifocal

Si usted, como yo, tiene una oscura y mezquina pasión por los tests de FaceBook, lléguele a éste del blog de KABeZA (el cual, por cierto, encontré gracias a Esponjita).

Cito mi resultado de "¿Qué personaje de KABeZA eres?"
Eres foca bifocal. Eres un genio incomprendido, estás adelantado a tu época y es por eso que nadie te entiende... ni te escucha, ni te quiere. Pero no debes estar triste, siempre habrá espacios para gente como tú, como por ejemplo los hospitales psiquiátricos, los antros de mala muerte y los asilos de Mundet.

Me quedo con los hospitales psiquiátricos. Viviendo en la Gustavo A. Madero, no recomiendo los antros de mala muerte.


PS. Ya viene la mudanza de blog, ya viene...

sábado, 24 de mayo de 2008

Próximamente

Y porque yo me lo pedí... Algunos fantasmas se mundan de espacio. Esté usted pendiente del nuevo blog de la hostelera.

jueves, 22 de mayo de 2008

Tiempo completo

Esto no tiene por qué interesar al lector, así que de ningún modo le reprocharía el cambiar de bitácora. El caso es que a partir de variadas remembranzas (cuanto más me acerco a los treinta más revuelvo el pasado) llegué a la conclusión de que jamás he sido ni realizado nada de tiempo completo.

Mientras estudiaba una licenciatura, trabajaba como secretaria y correctora de estilo. Después progresé en la corrección de estilo, mientras hacía pininos como guionista radio. Me adentré en el guionismo mientras terminaba una tesis. Y ahora trabajo en una tesis nueva mientras soy jefa de familia, memorizo los enunciados de los verbos griegos, escribo artículos sobre publicidad, belleza y moda, leo cada viernes sobre fantasmas y revenants, y aprendo a enseñar, con el desgarbado aunque presto auxilio de doce adolescentes.

Cuando repaso este homenaje a la poligamia que es mi currículum, no puedo más que comprender por qué mis antiguos colegas de la radio son ahora importantes periodistas y populares locutores, por qué mis amigos de la entrañable facultad están en camino de ser sabios académicos, y por qué mis compañeros literatos empacan sus maletas para viajar hasta donde los conducen sus talentos. Ellos encontraron una senda, un amor, un tiempo completo. Yo en cambio he preferido andar de un lado a otro, amar a muchos, darme a todo y a nada por entero.

Todo esto, señores, porque ayer recibí una oferta de trabajo que me permitiría consumar el anhelado escape de la ciudad, calmar las ansias familiares, y por qué no, hasta patrocinar un querido y oculto proyecto. Mas debí rechazarla, porque el ir y venir me ha conducido a investigar el imaginario moral del Medioevo, y por ahora no puedo aceptar ningún tiempo completo.

viernes, 9 de mayo de 2008

Del discurso y la conversación

No me gusta manifestarme. Cuestión de un problema estético, fantástico y moral que me impide reflejar en mi deslucida imagen al ser temible y feroz en el que siempre he deseado convertirme. (Y de ahí mi obsesión por los imaginarios morales.) Sin embargo, en los días pasados fui parte activa de uno de esos eventos que para mi profesión son elementales, el coloquio.
Fue mi primera vez, y como en todas las iniciaciones de mi vida, fallé con gracia y discreción. Poco aporté y mucho aprendí. Descubrí temas ("Vida civil y contemplativa en Pico", "Cinco carmina de Pico" y el humanismo novohispano), planteamientos ("El filósofo y el teólogo en De hominis dignitate), así como estilos de interpretación y formas discursivas ("Catedrales mágico-filosóficas"), en cuyo estudio y ejercicio desearía internarme por cuenta propia. También me topé con cuestiones que tardarán tiempo en abandonar mi cabeza (porque deben hacerlo).
Pero acaso el hallazgo más asombroso fuera el apreciar cuánto pueden transformarse las artes del discurso y la conversación, cuando su práctica se vuelve objeto de una exposición pública. Por una parte, se gana la brillante sapiencia de personas con quienes jamás se podría sostener una conversación casual, ya porque vienen de lejos, ya porque nos rebasan en pericia y lucidez, o porque ambos factores se suman y el reconocimiento de la distancia nos impide preguntar. Se gana también la admiración, por quienes fueron compañeros de camino y ahora son jefes de batalla. Y, por supuesto, la consolidación del respeto hacia quienes nos guían.
Pero desde otra perspectiva, otros elementos valiosos se difuminan o en los momentos más serios, se pierden. La franqueza sin formalismos, la curiosidad sin sarcasmos, la corrección sin soberbia, y, en suma, la conciencia de asumir juntos una empresa narrativa. Condiciones que muchas veces se alcanzan en las aulas, los grupos de estudio, las discusiones después de clase y hasta en formatos como éste, en el espacio público ceden ante la pregunta que tiende a evidenciar el error, la respuesta defensiva, la erudición innecesaria o el distraído silencio. Será que lo afirmo porque a ratos sentí caer un poco en ello, será que es mi primera impresión, será que, de hecho, las mesas ya no son redondas. La parcial conclusión es que las palabras fluyen de modos distinto en los pasillos, los patios, los cafés, y los elegantes auditorios.
Más no puedo agregar, ya que aún soy aprendiz consciente de ello. Lo cierto es que jamás creí que disfrutaría el manifestarme, y lo hice. Gocé también la pregunta, la respuesta y la rectificación.
Y por si todo ello fuera poco, también moderé: confundí el linaje de apreciada colega; derramé agua, aunque básicamente sobre mí; ni esperanzas de que contuviera la avalancha de preguntas, ¡y casi pongo a Dios al servicio del terror!


sábado, 3 de mayo de 2008

De una breve charla

¿Por qué es mi mejor amigo? Bueno, son tantas cosas. Para empezar, nunca se queja de mi parquedad y ni siquiera le interesa cuestionar sus motivos. No tengo que fingir sonrisas ni exaltaciones para hacerle saber que me alegra verlo. Tampoco necesitamos de palabras inútiles que vengan a llenar el vacío de un momento; a muchos de nuestros instantes los colma el silencio, no en tanto incómoda huida del interés, sino como dichoso reflejo de la quietud compartida.

Es, además, sensato; me anima sin preguntar por qué estoy triste; tiende la mano sin preguntar por qué caí, y cuando desea verme, no busca excusas tontas como la película imperdible de la muestra de cine o el nuevo café de la plaza. No; tan sólo se presenta, para mi absoluto gusto. Quizás, lo que más aprecio es la tolerancia para con mis manías. Él no lanza miradas nerviosas e intermitentes a la ventana -como lo hace usted ahora- cuando golpeo las superficies de los muebles con las yemas de los dedos: índice-anular-medio, uno-dos-uno. Menos aún le molesta que arda en crisis de histeria, que le diga "¡Hasta nunca!", para llamarlo luego... Sí, creo que por todo eso es buen amigo... ¿El mejor, dije? No sé si tanto... Es mi amigo.

¿Pregunta usted dónde está? ¿Dónde vive? ¿Fotos y obsequios? ¿Que si hay algo de él más allá de mi mente? ¡Señor mío, qué importa eso! Con lo endiabladamente difícil que es hallar un amigo en estos días, ¿piensa usted que voy a ser tan delicado como para menospreciarlo por una simple indeterminación existencial?

jueves, 1 de mayo de 2008

Fallaste corazón (o Desilusión 2)

Reconozco que líneas tan grises y lastimeras no deberían escribirse. Yo tendría que redactar una ponencia sobre la magia natural, o en todo caso, un resumen de la filosofía kantiana, un trabajo sobre la verdad de las representaciones, un artículo acerca de soluciones cosméticas para la celulitis, o al menos una invención más digna de este espacio.

Pero en vez de todo ello no puedo dejar de escribir mi profundo desconsuelo...

Porque siempre apuesto a la carta equivocada.
Porque me adhiero a causas indefendibles.
Porque confío en quien menosprecia mi confianza.
Porque no puedo ser irresponsable.
Porque mis amigos están lejos y enemigos, no tengo.
Porque perdió el Liverpool.
Porque ayer pagué mis impuestos.
Porque el martes leeré una ponencia.
Porque malditos deseos que tengo de escribir sobre magia, verdad o celulitis.
Porque jamás veré Gales.

Así que hoy nada de ensueños, mentiras o fantasmas, hoy solo puedo escribir tristezas.

martes, 29 de abril de 2008

Razones

- "¿Por qué no te quedas?" -preguntó mientras ella se incorporaba perezosamente para salir de la cama- "Se ha hecho tarde otra vez; vete por la mañana, el autobús irá ligero".
Sin pensarlo demasiado revirtió los movimientos y se entrelazó de nuevo al torso, los brazos, las piernas, a todo ese cuerpo que la recibía como si fuese su natural complemento.
Reclinó la cabeza sobre su pecho y fantaseó. Vio con claridad que no partiría en el primer autobús de la mañana, ni en el cuarto, ni en el primero de la tarde. Una vez más los arrebataría el crepúsculo y con el último viso de claridad él repetiría "¿Por qué no te quedas?" Admiró pasar lentos los días en los que al autobús le seguía faltando un pasajero. Y contempló la ropa en el sillón, el rostro de quien pregunta sin dudas, el crepúsculo y la noche volviéndose costumbre. Y finalmente los distinguió a los dos, entrelazados y ausentes; él buscando incertidumbre donde ya no existía, y ella extrañando la nostalgia por no sentir el lejos.
Tras la última imagen se incorporó, ya sin pereza. Vistió las ropas, miró por la ventana, caminó hacia la puerta. Y él, que también había contemplado, no preguntó de nuevo.

Dos descubrimientos (de índole pluvial)

Los metrobuses del Distrito Federal se inundan y a mis zapatos negros se les filtra el agua.

domingo, 27 de abril de 2008

Desilusión

La vida podría entenderse como un largo proceso de desencanto. Y no lo digo con afectado pesimismo. Uno de los motores principales del fenómeno de la madurez, consiste en el reconocimiento de que la mayoría de las cosas no son como alguna vez creímos que eran y menos aún como desearíamos que fuesen. Y así, cuando llegamos a la mitad del camino de la vida, nos movemos dentro de un ámbito infinitamente reducido, en el que aparentemente podemos contar con una cierta capacidad para prever y dominar las situaciones.

No obstante, la existencia de las desilusiones no es lo que me sorprende; me inquieta la humana incapacidad para aprender de ellas. A fin de cuentas, no aceptamos del todo un mundo desencantado, y si ya no confiamos en dioses y paraísos, al menos dirigimos nuestra última reserva de esperanzas a entidades igualmente numinosas y fantásticas, pero eventualmente presentes y en consecuencia más asequibles. La amistad y el amor, los vínculos y proyectos, y cientos de otras cosas semejantes que desaparecen apenas se tocan, pero cuyos espejismos son tan auténticos que no sólo nos llevan a creer en su existencia, sino que además nos hacen confiar en que volverán.

Y es que no importa cuan hiriente sea la traición ni cuan sonora la derrota. Después del breve o largo periodo de cura, es casi inevitable que volvamos a tender la mano al extraño amigable y que cultivemos con renovado celo la gran idea que nunca será. Pues al parecer la desilusión o el triunfo son factores accesorios. En el largo proceso de desencanto que es la vida, no impone tanto el desencanto como el proceso.




domingo, 13 de abril de 2008

Blueberry

Me gustan las historias sobre personas que se alejan. Hombres o mujeres que de pronto dan vuelta a la página, cierran un capítulo de sus vidas y abordan el primer autobús, avión, tren o barco; hacia cualquier parte y por tanto a ninguna.

Yo nunca he llegado muy lejos. No es que me queje, ni que desee alardear de mis fracasos. Simplemente sucede que acostumbro tejer lazos muy difíciles de desatar. Siempre hay una redacción más por entregar, un curso de maravillas o fantasmas qué concluir, una nueva declinación por aprender. Y entonces la salida se aplaza lo indecible.

Hace un año comencé a realizar viajes cortos a una ciudad cercana. Y desde el primer momento descubrí que después de los brazos que me reciben al llegar, amo el camino. Salir a veces muy de mañana, sintiendo que así se ganan minutos al inflexible tiempo. El sol apenas brilla y así no es difícil caminar a buen ritmo. E instantes después, a bordo del autobús, sentir que se avanza rumbo a otro amanecer. Dulce también es partir por la tarde, y dejar que el crepúsculo sea el espectáculo de ida. ¿Y qué decir de los días en que la lluvia acompañó el camino? Hasta hoy no he sido tan feliz como entonces.

Sin embargo, siempre vuelvo, y la historia de la parresía, las charlas sobre revenants y la declinación ática se apoderan de nuevo de mi tiempo. Ocupaciones, reales e inventadas, se atan a mis pies, contienen mis pasos, calman mi prisa, y finalmente, me inyectan la creencia de que por ahora, este es mi sitio. Después de todo, no puedo irme sin más, y abandonar lo que cuido aquí con tanto celo.

Y aun así, me gustan las historias de personas que se alejan. Y hoy vi My blueberry nights. Y sus tomas lentas, de anocheceres violáceos, me recordaron que no hay mejor don que un paso ligero para llegar a donde se quiera (o se pueda). Pues algo es cierto, el mundo es un lugar mejor cuando en verdad parece que se mueve.


martes, 8 de abril de 2008

Autobiografía

Cada vez que intento hablar seriamente sobre mí, termino mintiendo. Como en la primaria, cuando debía escribir composiciones sobre mi familia para la clase de inglés. El tema eran casi siempre mis hermanos, los cuales por cierto no tengo. No obstante, mis distintas teachers de la lengua británica conocieron respectivamente a Claudio, Arturo, Jairo, Ismael y Ricardo, los fantasmas que a buen tiempo fungieron como los primogénitos o benjamines de mis también ficcionalizados padres.

En la adolescencia la invención obligada era el compañero sentimental. El hecho de que una joven tímida y fea estuviera sola era tan lógica y empíricamente posible como que lloviera en verano. Sin embargo, amigas, compañeras y enemigas disfrutaban por igual cuando les cotaba de Paco, Gilberto y Pablo; personajes excéntricos, extrañamente talentosos, con aficiones tan simples como el malabarismo y, sobre todo, fantásticamente feos (Pablo no tanto, él se parecía a Thom Yorke).

Al crecer, el ámbito de las mentiras se limitó a los relatos sobre el pasado. Y a medida en que las conversaciones reales giraron más en torno a imperativos categóricos o a guías de viaje que debía escribir o editar, la necesidad de componer historias para justificar mi existencia fue disminuyendo.

Y ahora ya no miento. Ahora simplemente ya no hablo de mi.

domingo, 23 de marzo de 2008

Adaptation

Una vez más he visto Adaptation y una vez más quedé fascinada. En esta ocasión fue así por confirmar que la empatía no es la mejor relación que se puede entablar con una obra, sea cual sea, pues el hecho de que una historia refleje o no lo que nos pasa no es razón suficiente para admitir o rechazar su compañía; lo cierto es que a veces una historia nos agrada porque nada tiene que ver con lo que somos.

La película no me gusta, no me gustó la primera vez, porque sea la historia de un guionista, ni porque manifieste con delicioso humor el miedo a la página en blanco que hasta la fecha comparto. Me gusta porque es triste, a ratos gris o lenta, cruel, y sin embargo mueve a sonreír. Eso no se parece del todo a mi vida, pero acaso sí a un elemento de la vida. Por lo demás, ¿puede limitarse al arte a representar únicamente lo que existe, privándole de tratar con lo ideal, lo posible, lo anhelado, lo temible y todos esos fantasmas con los que aviene a la perfección?




domingo, 9 de marzo de 2008

Carlos Latuff

Carlos Latuff es un artista brasileño que utiliza la caricatura para protestar contra los ataques israelíes a Palestina. Con calidad e ingenio, y sin escatimar la dureza y la crueldad de lo que millones de personas viven a diario, Latuff expresa su postura personal y obsequia sus creaciones para que otros puedan tener una mirada distinta de la situación en Gaza.


Spread the word share this art by ~Latuff2 on deviantART

Todas las imágenes en el sitio de Latuff pueden compartirse, ya sea mediante un post en la red o una impresión en una playera. Lo importante, como dice el propio artista, es difundir la palabra; o en esta caso, la imagen.

lunes, 11 de febrero de 2008

Nostalgia de partir

La hora perfecta sería el amanecer. Cuando los rayos del sol bastan para guiar mas no para desocultar por completo. Cuando aquéllos a quienes se ama siguen dormidos y el "adiós" tan solo les arranca un esbozo de sonrisa y el balbuceo de una bendición. Y sobre todo, cuando el espíritu es ligero, el cuerpo soporta todo equipaje, los pies se adhieren al más raro de los caminos y cualquier lugar en el porvenir luce mucho mejor que aquél dejado atrás.

No hallé todas las respuestas, pero sí las más desconcertantes. No aprendí mucho, pero recuerdo muy bien. Mis ojos se hartaron con las novedades de los paisajes cotidianos. Amé a muy pocos, quienes me tuvieron por entero.

Así pues, ¿me es lícito partir? ¿Caminar con el sol hacia ese lugar desconocido y lejano, por el que toda la vida he sentido nostalgia?


lunes, 28 de enero de 2008

¿Un cafecito?







Y aquí un video sobre cómo hacerlo, porque el próximo lo preparan ustedes...







Gracias a mi querido M. por ayudarme a descubrir las imágenes.

martes, 15 de enero de 2008

De viaje

A veces basta con mirar por la ventana para sentir que se ha llegado muy lejos.





martes, 8 de enero de 2008

Predicción

¿Quién se atreve a dormir con la certeza de que despertará mañana? ¿Y de que el cielo será azul y no purpúreo? De que los ahorros seguirán en la cuenta, la esposa feliz acurrucada a un lado y los chicos tranquilos en sus camas.

¿Quién se atreve a decirme que no es más sensato pensar que todo acabará el próximo instante y revisar las cerraduras veintiún veces, y avivar la inquietud hasta que sean veintidós?

Sólo en el futuro, cuando ya no esté aquí, sólo entonces me olvidaré de la certeza y su fantasma. Cuando ya no importe el cielo, ni la esposa, ni los chicos, ni las puertas. Cuando muera la imagen de cuanto para mí puede morir. Sólo entonces mi dormir será tranquilo. Porque ya no habrá sueño, ni esperanza, ni alma inquieta. Únicamente los despojos de quien frente a todas las creencias entre las que pudo elegir se quedó con la irrefutable verdad del desenlace.




Dedicado a todos, para que lo gocen y especialmente a Selkt, quien entenderá por qué lo puse.

domingo, 6 de enero de 2008

De un atardecer

Ni el frío ni el fuerte viento fueron razones suficientes para que abandonaran la terraza durante aquel atardecer. Todo el calor y resguardo que podrían necesitar lo encontraban en ese vínculo de quietud y silencio que los había unido desde el primer encuentro.
Con cuidado y sin prisas, él llenaba una pipa con un tabaco fuerte y aromático, mientras ella contemplaba las parvadas de pájaros que volaban hacia el este y pensaba cuanta dicha existe en el acto de partir.
Cuando exhalaron la primer bocanada de humo todas las nubes del cielo se habían teñido de rojos y la última parvada trazaba su ruta en el horizonte. Chocaron las copas y sin hablar brindaron por una tarde más. Y es que no había necesidad de intercambiar muchas palabras. La verdad que importaba de antemano la conocían: La belleza y la dicha de aquél instante radicaban en el hecho de que terminaría y de que sus manos, ahora entrelazadas, dentro de poco asirían tan sólo al viento.