jueves, 27 de diciembre de 2007

Lista de deseos

Un pase para viajar, sólo de ida.

Un recuerdo editado por los sueños.

La charla de un amigo imaginario.

La deducción fantástica de un nuevo pensamiento.

Amaneceres tibios junto a tu ventana.

Noches de luna llena que cobijen deseos.

Días de lluvia para mis pasos solitarios.

Días de sol para inventarme sonrisas.

Otros mundos. Crepúsculos. Locura. Hojas secas de otoño. Insomnio. Vientos fuertes.

Y la capacidad de amarte así, en la distancia, para extrañarte sólo cuando estás presente.


Feliz inicio de año, amables lectores. Y para su deleite, el auténtico Wishlist:



sábado, 22 de diciembre de 2007

Terribles cosas pasarán

El momento ideal para que lo peor suceda es sin duda ese en el que uno la está pasando de maravilla. El que tu mascota salte del techo el día de tu cumpleaños o que la instalación eléctrica de tu departamento haga corto circuito en Año Nuevo son los sutiles guiños que hace la vida para recordarte que la felicidad no puede ni debe ser eterna.

Por eso no detesto la Navidad, la temo. Soy uno de esos desdichados personajes que abandonan su habitual melancolía y se muestran estúpidamente felices ante la menor insinuación del espíritu navideño. Y eso no es bueno. Desde que tengo uso de razón e imaginación he vivido esta temporada con una dicha inusual para mis parámetros, pero también con la insufrible certeza de que si algo terrible y devastador habrá de sucederme en la vida, sin duda pasará en esta época.

Han pasado veintiseis años sin que nada ocurra y del hecho sólo puedo concluir que la desgracia lleva más de dos décadas reuniendo fuerzas y que se precipitará sobre mi arbolito de luces cuando esté tan henchida que ya no pueda contenerse más.

Mientras tanto, sólo me queda esperar, y mantener viva esa pequeña flama de temor a la catástrofe segura, y sonreir. Las mañanas de diciembre me traen una paz indescriptible y sus noches sólo me permiten leer y leer. Son días de placer y descaso que amo y anhelo. El momento ideal para que terribles cosas pasen...



sábado, 8 de diciembre de 2007

Aniversario

Octavo día de diciembre. Cada año, en la misma fecha, mi madre opera el mismo ritual. Despierta a una hora mucho más temprana de la usual. Se afana un momento en el disquero hasta seleccionarlos y extraerlos, con sumo cuidado, poco a poco. Bien conservados discos de acetato y uno que otro cassete. Nada digital. Hace una programación concienzuda, jamás cronológica y coloca el primero.
Yo, que hasta entonces intentaba dormir, despierto del todo cuando empiezan a entrar en mi cabeza frases como "just standing here watching the wheels go round and roud…", "all we are saying is give peace…", "you better free your mind instead" o "no religion too…" Mientras las notas suenan, mi madre considera que el primer homenaje se ha cumplido. Entonces, pausadamente, se dirige a mi habitación, y con la seguridad de que ya he despertado abre la puerta sin reservas. Mira hacia dentro, busca mis ojos, y con su eterna sonrisa dice: "¡Feliz cumpleaños!"