martes, 3 de febrero de 2009

De quien no podía reconstruir un mundo


Una noche decidí postergar las obligaciones de la filosofía y los placeres del sueño para leer un roman que trataba de un león y su caballero... o al contrario. Entonces vislumbré una tenue y hermosa posibilidad, de salvación y crecimiento. Acaso los caminos maltrechos del ser tuvieran como único fin el conducirme a ese páramo, donde se debatían las formas del bien y el mal.

Lo que no descubrí, empero, fue la forma de responder a ese llamado del destino. ¿Debía iniciarme en el estudio de lenguas antiguas para sumergirme en manuscritos de hace más de ocho siglos? ¿Escribir cuantiosas páginas que formaran tesis, elegantes receptáculos de polvo, para exaltar la moral de los héroes? ¿Enloquecer cual Quijote; convertirme en eco de un mundo desaparecido?

Y me preguto si cualquiera de tales quehaceres tendría un sentido. ¿Para qué enaltecer lo que ya es magnánimo? Como envolver en un odioso marco de oro al más bello de los lienzos. Por otra parte, contemplar sería mezquina honra para los versos que cantan las más bellas acciones.

Es todo ficción, ¿puede ella dar sentido a una vida no ficticia? ¿Cómo hacer piedra angular de la existencia a lo que sólo se creó para el deleite? A menos que se asuma a la vida como gozo y ello está muy lejos de probarse.

Sin embargo aún intento pensar que reconstruir mundos tiene sentido, aunque mejor sería decir convocar, pues ellos ya existen en toda su belleza y acaso únicamente falte abrir los caminos que nos lleven a arrobarnos.



2 comentarios:

Esponjita dijo...

La opción quijotesca me parece la más acertada.
O mejor nos hacemos un análisis kirkegaardiano sobre el tipo de hombre que somos (homo, hominis, no vir, viri), y averiguamos si su problema, querida, radica en que no es el esteta, sino el religioso que sueña con tocar la verdad.

En fin.
Pronto pasaremos de la temporada chocolatosa a la... ¿helado de limón con Coca-Cola? ¿qué le parece?
Por cierto, la eché en falta en la clase del guapérrimo, eueidestatós eis hiperbolén, medievalista. Este semestre la cosa se pondrá aquinatosa: todo se antoja muy suculento (me refiero al intelecto, por supuesto).
Es miércoles de 3 a 7, aunque él aclaró que lo de 7 era nomás para asegurar que no nos corrieran del salón, no por alguna vocación maratónica.

La esponjis

. dijo...

Confieso; soy débil y vulnerable ante la exuberante belleza, y de una memoria convenenciera.