sábado, 22 de diciembre de 2007

Terribles cosas pasarán

El momento ideal para que lo peor suceda es sin duda ese en el que uno la está pasando de maravilla. El que tu mascota salte del techo el día de tu cumpleaños o que la instalación eléctrica de tu departamento haga corto circuito en Año Nuevo son los sutiles guiños que hace la vida para recordarte que la felicidad no puede ni debe ser eterna.

Por eso no detesto la Navidad, la temo. Soy uno de esos desdichados personajes que abandonan su habitual melancolía y se muestran estúpidamente felices ante la menor insinuación del espíritu navideño. Y eso no es bueno. Desde que tengo uso de razón e imaginación he vivido esta temporada con una dicha inusual para mis parámetros, pero también con la insufrible certeza de que si algo terrible y devastador habrá de sucederme en la vida, sin duda pasará en esta época.

Han pasado veintiseis años sin que nada ocurra y del hecho sólo puedo concluir que la desgracia lleva más de dos décadas reuniendo fuerzas y que se precipitará sobre mi arbolito de luces cuando esté tan henchida que ya no pueda contenerse más.

Mientras tanto, sólo me queda esperar, y mantener viva esa pequeña flama de temor a la catástrofe segura, y sonreir. Las mañanas de diciembre me traen una paz indescriptible y sus noches sólo me permiten leer y leer. Son días de placer y descaso que amo y anhelo. El momento ideal para que terribles cosas pasen...



1 comentario:

Esponjita dijo...

válgame dios. Eso me recuerda a un viejo post que publiqué hace mucho sobre Némesis.
No tema... quizás no le vaya a pasar nada malo de aquí al fin del mundo, puesto que toda esa mala suerte se está sumando para la caída del cometa que terminará con la humaniad...
Feliz navidad!!! (compra fusibles):
la esponja que se acerca vertiginosamente a los 80 kg.