miércoles, 8 de octubre de 2008

Soñar, vivir en el mundo de los sueños

People say that your dreams
are the only things that save you.
Come on baby, in our dreams
we can leave on misbehavior.

The Arcade Fire,
Rebellion

En las últimas semanas, una mezcla de curiosidad intelectual, necesidad académica y ansiedad intermitente me ha sumergido en diversas investigaciones acerca de la vida onírica. ¿Será por eso que, como siempre, duermo poco, mas por primera vez no me siento cansada? De Macrobio y Cicerón al Erec y Enide, que es como un sueño pletórico de aventura; de Gautier y su Arria Marcela al Sputnik, mi amor de Murakami. Y de ahí a todos mis recuerdos.
Me contempló de cinco años en el colegio de monjas, cuando descubrí cuán cerca estaban el dormir y la muerte. "Nadie, al descansar la cabeza en la almohada, sabe si despertará mañana" -sentenciaba la Madre Superiora y presidía el rezo. No despertó en mí el temor de Dios -tal era el objetivo- pero sí agradecí los múltiples despertadores; los perros del vecino, los gallos de no sé donde; la estridente motoneta del repartidor de periódicos, mi madre y Serrat cantando. Poco tiempo después, concluí que era preciso atesorar los despertares en que se recordaban con claridad las travesías oníricas. Nunca escribí mis sueños, pero me deleitaba al repetirlos en sosegada plática conmigo misma. Así estaba segura de que no había perdido nada en el descanso nocturno; había tenido sensaciones fabulosas, inquietantes, terribles; y todas ellas, sin importar lo absurdas o entrañables que fuesen, daban cuenta de que yo seguía ahí.
Hoy, después de comprender y abrazar el principio de que muchas verdades no están en lo que vemos, sino en lo que imaginamos, de aprender que los sueños reveladores y premonitorios entran por las puertas de cuerno y no por las de marfil y que quizá los muertos también puedan soñar, sigo sin tener una idea clara de lo que hacer con mis sueños. Si es precisa una ética de las fantasías diurnas y conscientes, ¿no lo será también una de las formas soñadas? Tampoco creo que sea tan sencillo distinguir los sueños que transmiten verdad de aquéllos que confunden. El sueño de Escipión tiene un valor epistémico porque a través de él descubre las realidades primordiales e inmutables, ¿pero acaso el Octavien de Gautier no descansó en los brazos de su Arria Marcela y sintió el cálido amor de la mujer que pereció dos mil años atrás, bajo las cenizas de Pompeya?
Suena una y otra vez Rebellion, los sueños pueden salvarnos y perdernos. Pero Murakami acaba de decirme que la mejor forma de relacionarse con el mundo es "soñar, vivir en el mundo de los sueños". ¿Qué hacer con ellos, los movimientos más caprichosos, inacibles y sublimes del alma? No lo sé todavía y probablemente no sea el caso que lo sepa. Mayores intelectos se lo han preguntado antes. ¿Será lo mejor aceptar los sueños como son, dejar que nos trasladen a sus estancias, continuar en ellos la vida que irremediablemente se nos escapa?




4 comentarios:

Ernesto dijo...

Ahora entiendo mejor dos cosas. Una, por qué no duermes. Un comentario, como el de la madre superiora a esa edad, puede dejar marcas toda la vida. Pero eso no es muy importante, más importante es tu reflexión sobre los sueños, yo no estoy seguro de que una ética de las fantasías diurnas sea diferente de una ética de los sueños. Los sueños irrumpen en el día de mil formar. De hecho algo a destacar del sueño de Escipión, es que es público, y se torna colectivo. ¿Contar un sueño es acto moral? Yo pienso que si. Pero también, enojarse con alguien por lo que soñaste, evitar una ruta, tomar una decisión en la batalla. En realidad, no están ni tan lejanos ni tan distantes.

la chica bipolar dijo...

Queridita:
Creo que tu manager y tú han cometido, durante años, un error garrafal.
Para estudiar lo que erroneamente llaman la fantasia, es decir, la capacidad de crear historias en mundos fantásticos, ustedes han querido estudiar la imaginación, la memoria y la fantasía.
Pero por ese camino jamás van a pasar de Kant y la Estética Trascendental.
Lo que a ustedes les interesa no es la fantasía, sino la capacidad de crear mundos con reglas alternas; es decir: el origen de la capacidad de sibolización y la capacidad de establecer reglas lógicas para construir mundos alternos (y disfrutarlos).

Pero mire, querdita, estudiar a Alberto Magno y Averroes (y de paso cambiar de asesor) quizás le ayudaría a ver el tema con claridad.

Con el polo celoso y agresivo (que conste que no con usté presciosa):

La chica bipolar

Itzel dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Itzel dijo...

Ernesto: Pues ya lo decía Guillermo del Toro, de las escuelas católicas se sale con los mayores miedos; claro que si eso se compensa con la creación de un Espinazo del diablo, me conformo. Y como diría una compañera de trabajo de la HN, tiene usted la boca llena de razón... en cuanto al sueño de Escipión, no sólo se le muestra la verdad para que la conozca, sino para que la lleve a los otros.

Querida Chica Bipolar: Terminaré de masticar eso de que "erroneamente llamamos fantasía" y luego le cuento. Lo cierto es que hasta ahora, llegar, lo que se dice llegar a Kant no lo he hecho y no sé si me quede vida para ello. En cambio llegué a Tolkien, quien también tiene que decir lo suyo en relación con la creación de mundos ordenados (que llamó subcreación), y ahora estoy fascinada en compañía de los chartrianos. Quizá cuando sea grande llegue con el buen Alberto y Averroes; por cierto, estoy aprendiendo el árabe, aunque con fines que corresponden a otra parte del corazón. Y no cambio de asesor porque el actual sabe qué hacer cuando desato sombras o causo tempestades en mar abierto, aunque sí debo confesar que otro manager me entrena como amateur en literatura y cuánto que sabe del siglo XII. Pero eso el asesor ya lo sabe, como sabe usted que la quiero con todo y sus polos.