martes, 23 de diciembre de 2008

Canción de Navidad

Pasado

Sentada en el piso de la estancia miraba las luces con obstinada concentración. Se imaginaba feliz, y lo hacía con tal claridad y certeza que así era. Vale decir que lograba un efecto similar cuando imaginaba el estado contrario; entonces era miserable y envolvía en tal sentimiento a quienes la rodeaban. Tal fue el don, tal la condena, a los que se aferró desde pequeña; el saber que las sombras en su cabeza eran más importantes que los seres de afuera.
Grandes cosas se esperaban de ella, buenas y malas. Brillante, soberbia, sola, pero con esa faz tranquila, casi amable. Hubiese movido a ternura y afecto, como los demás niños, de no ser por esos desplantes tan adultos, con los que podía sorprender, herir, manipular o atemorizar, como sólo haría un alma que hubiese contemplado ya muchos inviernos.
Con ojos ávidos admiraba la mañana de Navidad. Se imaginaba feliz, y lo era.


Presente

Una despedida más y cientos de ideas quedaron sin compartir. Sólo se habló de lo más cómodo, lo entretenido. Lo demás intentó salir en sueños y caricias, en detalles absurdos, en el beso de hasta luego. Ama y por ello está segura de que nada tiene.
Y es preciso volver a casa por las fiestas. Abre con desgano un libro, mientras se deja llevar por el camino conocido. Fácilmente se distrae y recuerda las luces que la ilusionaban. Ha pensado tanto, ha intentado saber, ha fallado tanto, que ya no está segura de que existan los dones. ¿En verdad basta con imaginarse feliz? ¿con imaginar ser algo?
El trayecto se agota sin que pueda leer una página. Llega a la ciudad, pide un taxi para ir al apartamento, a reencontrarse con su abandonada soledad. Unas cuantas horas para disfrutarla, antes de ir -medio ansiosa, medio obligada- a una cena familiar llena de aromas, mimos y chiquillos.


Futuro

Sentada en la silla del pórtico entrega sus ojos al atardecer. No hay razón para correr o afligirse; nadie espera. En otros tiempos era pertinente soñar o recordar; hoy sólo queda ver lo que se tiene delante. Amor, obras, errores, todo ello dejó una huella tan profunda que ya no se distingue. ¿Y por qué hacerlo, si todo es parte de lo que se ha sido?

Sentada en la silla del pórtico entrega la mirada al atardecer, el alma al invierno.


Muy felices fiestas, queridos lectores. He aquí lo más semejante a una canción navideña, según mi registro sonoro de los últimos días.




5 comentarios:

Esponjita dijo...

Feliz Navidad...

. dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Esponjita dijo...

el chocolate espera

Esponjita dijo...

bueno: parece ser que hasta el año que entra nos tomaremos ese chocolate...

feliz años nuevo.

Itzel dijo...

Querida Esponjita: Le debo miles de disculpas. Tomé vacaciones que empezaron en dos días y ya van cinco y contando. Estaré de vuelta este viernes, ¿se podrá? Abrazos de navidad y año nuevo.

Querido Alfredo: Hermosas palabras para quien realmente desea encontrar las puertas correctas. Ojalá sea... Muy feliz año nuevo.