domingo, 4 de marzo de 2007

Cuestionamientos domingueros

Hasta hoy pude ver El laberinto del fauno. Es muy probable que sobre la cinta ya se haya escrito demasiado, así que me limitaré a referir la pregunta que ha torturado mis neuronas desde que salí del cine: ¿Por qué a mí nadie me advirtió que dejara de leer cuentos de hadas cuando ello fue pertinente?
No es que ahora me crea el heredero de un reino subterráneo, ni que tenga por refugio un laberinto infestado de creaturas diminutas --si bien mi apartamento se parece un poco a esto--, pero no dejo de pensar que si hubiese abandonado a tiempo a los elfos y los dragones, ahora tendría una vida más útil y productiva, como la de un médico, un contador o un ejecutivo bancario.

Ya jamás lo sabré, y todo porque no tuve una madre como la de Ofelia, sino una que me obsequió esta libreta de doscientas hojas a rayas y gruesas pastas color azul melancolía, cuando le dije que me convertiría en escritor.
En fin, de nada valen los reproches. Y a veces se me ocurre algo extraño y curioso; pienso que mi madre ya sabía el trágico secreto, que yo descubrí después de una frenética investigación: Ningún mortal escapa de las fantasías. Cuando tenemos edad suficiente para dejar de lado a las hadas, fantaseamos con liderazgo, posición social y tarjetas de crédito. Salimos de un mundo presuntamente irreal para ingresar a otro igual de frágil y evanescente, al que tal vez asimos con las manos, pero sobre todo con las esperanzas y el deseo.
No importa, pues, si crecí anhelando ser el rey de los abismos. En nada me distingo del que soñó con ser director de telecomunicaciones. Los dos nos movemos por el impulso de fantasmas que difieren en forma, pero no en esencia. Y al final del día, el ser humano viene a definirse como el animal que fantasea, la única creatura que debe inventarse motivos para vivir, porque su hacedor fue tan cruel o tan sabio como para no darle uno.

3 comentarios:

Pilar Nieto dijo...

Hola!

Tienes razón. Si me hubiesen dado a escoger entre la fantasía y la realidad de los cuentos de hadas, creo que elegiría mi realidad. Ni una ni otra.

Lo preciado de este limbo es precisamente el momento en que mis fantasías se vuelven realidad y mis realidades terminan en fantasía.

Me gustó tu blog.

Pd.tu post titulado "Atardecer" me recordó mucho un momento de La Tregua, de Benedetti... por un momento sentí como si Laura Avellaneda estuviera relatando lo que veía desde el apartamento que compartía con Santomé... cosa curiosa.

Anónimo dijo...

Para mi el laberinto del fauno es de las mejores peliculas mexicanas (bueno... creo que eso de que es una pelicula buena no es secreto verdad jeje) pork no se tiene buenos efectos, asi que si la comparas con alguna pelicula de los almada pues jejeje XD

Itzel dijo...

En efecto, no está de más decir que del Toro se aventó un bello, conmovedor y clásico cuento de hadas.

Pily: Sí, es curioso que el post "Atardecer" te recordara a La Tregua, es un libro en el que no he pensado desde hace tiempo, pero el comentario invita a la relectura.

Gracias por sus visitas.